Al principio de mi camino por el mundo de los blogs yo contaba lo que era mi vivencia tal cual. No sé en qué momento empecé a competir conmigo misma para ser la mejor madre que se suponía que podía ser. Al principio me dediqué a compartir lo que yo creía que el resto de las madres del mundo se guardaban para ellas, lo hacía con gracia. Nora ha empezado a leer lo que escribí sobre nuestra historia en Entre Apuntes y Pañales y se mea de la risa. Y yo también.
No sé en qué momento me volví correcta, ni siquiera sé si me volví correcta. Lo que sé es que ya estoy de vuelta de todo. Ayer preguntaba a una mamá de la tribu que es mamá de unas gemelas de la edad de Nora: ¿se quejan? ¿Les parecen bien los planes, la comida, las salidas? Lo de la ropa me lo ahorro porque es cosa suya, pero de verdad que estaba muy preocupada porque pensaba que ese humor de mierda no podía ser normal, pero al parecer sí. Esa etapa es la de «pues vaya mierda», al menos en mi casa.
No es constante, va por rachas. Hay momentos en los que puedes ir a lomos de un unicornio mientras compartes unas risas durante la comida, pero no suele durar mucho. Y es que en general me encontraba con cosas como: «Pues mis hijos se llevan genial», «duermen de maravilla», «comen de todo», «todo les parece bien»… Y yo me hundía en la miseria, para qué mentir. Compartir con otras madres esos momentos de mierda… es lo mejor.
Mis putos cursillos no servían para nada, qué había hecho para que mi hija lo vea todo mal, pero yo ahí, con fe. Y descubro que las fases son comunes y continúan hasta el fin de los tiempos, si no pregunta a mi madre una hija Terapeuta Menstrual, ¡por quéeee! Que me cago en las fases y en el guindo del que cayeron, esto es duro de carayo y cada vez más. Cuando pienso en las madres de adolescentes, que la adolescencia es lo que más me gusta en el mundo, y me dicen que esto es sólo la preparación…
Y es que yo no he tenido niñas tranquilas y punto. A ver si se me mete en la mollera. Son divertidas, ocurrentes, atrevidas, intrépidas, una parece una licenciada de Harvard y la otra una Guerrera Americana, y esto es lo que hay.
Que yo veo a las familias numerosas y me encanta, me habría encantado poder cumplir mi sueño, ser capaz de ir a por el niño o los niños e ir con ellos de acampada y tocar por la noche alrededor de una hoguera. Pero si eso se cumple, a mi me encierran. Porque si con mis dos florecillas ya estoy loca del coño, no quiero ni imaginar como estaría con más.
Total, que ni compartir cosas interesantes ni nada. Lo que voy a escribir a partir de ahora van a ser cosas de estas que vivo y hacen que la vida sea interesantona y que los momentos de mierda se conviertan en momentos épicos para la posteridad, porque si mis peques no me ponen a prueba cada día, quién lo va a hacer ¿eh? Si ya me llevo bien con mis padres ¿eh? ¿Quién?
Ayer me saltaba en Facebook un recuerdo de cuando Vera tenía 16 meses, que le dio por tirar de todo por el balcón, perdimos una vajilla entera del Imaginarium que imagino alguna criatura del barrio estará disfrutando y la que le llegó por fascículos. Lo tiraba, me miraba y me decía: Lo he tilalo. Ahora me río, pero relativizo mucho mi actual estrés, al menos ahora no pone en riesgo la vida de nadie más que la suya.
Pues eso, que vuelvo a dejar esta casa como el hogar en el que todas decimos la verdad tal cual (no es que no la dijera, pero el toque de profundidad adquirido necesita un buen revolcón), aunque duela, porque algún día… algún día nos reiremos de todo esto.
Buen día y buena suerte! ;P
Verónica Ortiz
Si es que cada vez que te leo. Me sale la vena peliculera y suelto un ¡Amén hermana!
No se puede tener más razón. Maldita lucha interna por ser la perfecta X, maldita corrección al hablar con los demás de lo que te preocupa, maldita (bendita) locura ser madre de niñas «divertidas, ocurrentes, atrevidas, intrépidas…» Si cuando se hicieron los repartos de hijas, a mi como a ti nos tocó una tanda de «niñas cañeras» Pero viva lo difícil, viva la niña de dos años que escala una pared de roca con falda y zapatos de domingo, viva la niña que dice a los adultos cosas políticamente incorrectas…( mientras tú por dentro dices…»te lo has buscao tía estúpida»)
Mady, y todo esto por ellas, porque no tengan las paranoias, los miedos, los lamentos, las culpabilidades…que a nosotras si no han regalado.
Un besazo y ya nos reiremos 😉
Maria
Jajajaja, gracias bella! He de decir que yo a veces he pensado: ¿Por qué no me tocaría al menos una niña chillout? Jajaja. ¡Un besote!