El 8 de marzo me levanté, preparé el desayuno para las peques y para mí, me vestí, preparé el material para la Terapia Menstrual que tenía esa mañana, levanté a las peques, desayunamos, tocó ese momento de vestirse cada una, acompañando con paciencia este momento en el que Vera se está dando cuenta de que es la hermana pequeña pero crece (le desorienta mucho el hecho de no ir a ser nunca la hermana mayor), así que últimamente los días están siendo duros e intensos. Reparto en sus espacios con nuestra charla matutina sobre el origen del día de la mujer trabajadora. Pero yo creo que Nora estaba a por uvas y no le llegaba lo que representa este día.
Deja a Vera, ve a la terapia, acompaña a una mujer en su viaje a su interior, sal corriendo a preparar algo de comer. Hacía un día tan bueno que nos quedamos a comer en el campo al lado de donde va Vera cada mañana. Nos recogimos a las 18.30. Yo estaba agotada. Sólo pensaba que al llegar a casa tocaban baños y yo llevaba fuera de casa desde las 8.30 y me moría del cansancio.
La etapa de estudiar ha pasado a un segundo plano porque toca empezar a cerrar con ello y de pronto me doy cuenta de que mi compañero cuando trabaja fuera, trabaja fuera y cuando está en casa con las peques, está en casa con las peques, si toca doblar y guardar ropa, lo hace, pero cuando trabaja, trabaja. Y para mí… lo que queda es que si quiero que funcione hacia donde se enfoca mi carrera laboral, tengo todo lo de antes y rascar para preparar talleres, preparar los materiales para las terapias, planificar comidas, compras, limpiezas, recogidas y llevadas, parqueos, socializaciones de las peques, las mías, intentar meter ahí mi propia higiene personal.
Realmente, aunque él quiera, no puede estar. Yo lo pienso y digo: He parido a dos personas que en un futuro trabajarán y serán ciudadanas que aporten ¿por qué no cotizo yo por este trabajo mío? Siete años criando. SIETE. Y no tengo derecho a ningún tipo de ayuda. No solo eso, es que el trabajo de mi marido le permitiría trabajar desde casa perfectamente. Por qué tienen que estar diez horas presenciales calentando una silla los cinco días de la semana, cuando podría ir a las reuniones y trabajar desde casa pudiendo así participar de una manera más activa en el cuidado de nuestras criaturas. Yo podría repartir mejor mi tiempo sin llegar a agotarme de tal manera que a veces me daba por pensar: «Si me muero… al menos podría descansar».
Y lo más cojonudo es cuando te dicen: Pues no tienes pinta de madre. ¿Y cómo se supone que son las madres? Y me doy cuenta de que Erika Irusta tiene razón, las madres no existen, es un invento del patriarcado para perder nuestro nombre detrás de un título que nos canoniza por la «abnegación». Y mira, que a mí ya no me engañan, eso es un invento para esclavizarnos y enfrentarnos entre nosotras. Yo no quiero cambiar mi nombre por: «La mamá de». Yo soy Maddy, mamá de Nora y de Vera, licenciada en periodismo, experta en educación sexual, terapeuta menstrual, cantante y guitarrista en The Veroñas, compañera de M y muchas cosas más. Soy una mujer y por ello tengo que hacer un esfuerzo titánico para mantener mi nombre y mi ser después de haber sido madre (cosa que amo).
Veo que hay mil formas de enfrentarnos entre nosotras: La primera madres VS mujeres que eligen no serlo. Yo os amo a todas y espero que vuestra decisión sea libre y la disfrutéis. Madres VS Madres… Joder ¿No es suficiente? ¿No es suficiente el esfuerzo que hay que hacer para ser nosotras, para no caer en enfermedades y en el propio juicio gracias a tragar y tragar los cánones sobre lo que se espera de nosotras en cada faceta de nuestra vida? ¿No es suficiente esta guerra de guerrillas sobre nuestras propias decisiones?
Pues ¡coño! Reescribamos nuestra historia, acojamos nuestro legado de lucha por el derecho a SER y ESTAR, en cualquier parte del mundo. Acojamos nuestra ciclicidad y aprendamos a usarla sin avergonzarnos por sangrar y fluctuar. ¡Coño! Respetemos las decisiones de cada una, acompañemos en vez de hundir.
Cuando le conté a Nora que la manifestación era hoy porque en 1908 asesinaron a fuego en una fábrica a 120 mujeres que reclamaban una reducción de jornada a 10 horas y descansos para dar de mamar a sus criaturas, que nos han quemado a lo largo de la historia, que han patologizado nuestra fisionomía, que todavía hoy se comercializa con nuestros cuerpos y hay mujeres que no pueden votar y que las matan por ser mujeres; me miró y me dijo: Pues vamos a la mani. Y nos fuimos.
Fue un momento de absoluta conexión, no como madre e hija, sino como mujeres que compartimos una historia que nos menosprecia y nos enfrenta. Yo no quiero que ella desaparezca nunca en pos de alguien, yo no quiero desaparecer detrás de ella o mi pareja. Se lo debo a ellas y a todas las mujeres que un día lucharon por mi. Lo pienso y me duele el útero.
¡Feliz viernes! Disfrutad de vuestros días como queráis y como si no hubiese un mañana, yo lo haré. Abrazos.
mamaderocio
No puedo estar más de acuerdo contigo! Ojalá y llegue en día en que no tengamos que luchar por algo que nunca nos tuvieron que arrebatar!
Verónica
Llego tarde al post,, seguramente por algunas de las razones que comentas de ser madre. Cosa que como tú, también amo. Pero sin duda, te has llenado de razón con todo lo que has dicho. Muy de acuerdo con todo. 🙂